miércoles, 1 de septiembre de 2010

Julio, licor y jazz


El teléfono sonó. No tenía ánimo, ni fuerzas para levantarme de la cama y desprenderme de mi caja rosa de pañuelos de papel. Finalmente, la insistencia del sonido estridente me ganó y tuve que caminar hasta él y atenderlo.
Era Julio que por arte de magia o esas eternas causalidades de las que siempre me hablaba cuando nos encontrábamos, parecía saber que mi energía no era la mejor, ni la más positiva.

- No te noto bien, que pasa?
- Nada, no es un buen día simplemente
- Puedo visitarte ahora?
- Mmm...no creo que sea lo mejor, te oigo tan bien, no quiero amargarte
- Pero me gustaría acompañarte y leerte algunas cosas que escribí los últimos días
- Está bien, pero sólo por un rato. No quiero que después me culpes por contagiarte
- No seas tonta, se que voy a hacerte pensar en otra cosa y vas a olvidarte de tu mal día, estoy saliendo para allá.

Colgué y guardé mis pañuelos de papel.
El silencio total no había sido una buena compañía para mi hasta el momento, pero buscaba y buscaba entre mis discos y todo me parecía tan ajeno y desubicado. Opté por sentarme en la ventana a ver la gente pasar y el cielo que los cubría con el simple sonido del viento.

El timbre sonó. Julio había llegado.
- ¡Qué haces entre tanto silencio y con la tristeza de la mano niña? aquí necesitamos música - dijo, mientras sacaba de entre sus cosas una botella de licor, mi preferido.
- Pensaba lo mismo, pero no me daba ganas de escuchar nada, no me decidí...
- Ya se, ya se, no es un buen día - dijo, interrumpiéndome y revolviendo la pila de discos.
- Esto es justo lo que necesitamos para la ocasión y para acompañar este licor-
Empezó a sonar el gran Louis, su preferido, el que lo hacía soñar, el que a mi me daba paz.

Fuimos hacia la ventana con dos vasos y el licor, la gente no dejaba de pasar, caminaban lentamente como en instantes eternos. Se puso a leerme algunos poemas que había escrito, pero era una linda noche para caminar y salimos.

Aún con el licor en la mano, salimos sin rumbo y destino alguno, bebiendo de la botella como dos adolescentes. Riéndonos. A veces parecía no haber crecido, me hacía chistes, me hacía sentirme una tonta por estar triste y dejar que algunos pequeños momentos cotidianos apagaran la luz que tanto destacaba en mi mirada.

Caminamos por las plazas, por los parques, por calles angostas buscandole dientes a la noche, esperando que la luna nos eche de su bar interminable.*


30/08/2010
... a veces limo bastante ...
(JC y Louis, gracias x tanta magia)

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