
Difícil se me hace, inclusive hoy, expresar algo de lo que este primer proyecto "de verdad" generó en mí.
Supongo que esta dificultad se deba a la gran cantidad de cosas que se me entreveran adentro cuando lo pienso.
Cruzarme con Charly Esperanza en pleno inicio de mis estudios universitarios en la carrera de Periodismo fue el hecho clave de muchos hallazgos.
Todavía nos resulta simpático recordar que nos mirábamos de reojo en los pasillos, hasta que empezamos a registrarnos en algunos recis de la ciudad y el saludo obligado nos empujó al acercamiento.
Como es hoy una costumbre, compartir una cerveza en el Club Unión durante un "recreo" nos llevó a charlar sobre los gustos de cada uno, finalmente había más puntos en común que otra cosa, y las diferencias nos complementaban de alguna manera.
En la misma mesa también estaban dos compañeros más de la carrera, uno era Luis (El Luí) -quien se transformó en uno más del equipo de esa pequeña niña rockera que aún no era ni tripas- y otro loco del que jamás supe el nombre y nunca emitió opinión, pero recuerdo su mochila de La Renga.
Desde ahí las charlas fueron haciéndose contínuas y sobre todo las cervezas.
Su amor por el rock, mi obsesión por el punk local, el amor mutuo por las letras y las ganas de hacer cosas. Él ya metido en programas radiales de rock y yo con un feo (muuuuy feo) fanzine hecho durante la escuela secundaria entre mis manos + la eterna preocupación de la poca difusión cultural en los medios de comunicación. Creo que son puntos claves, sí de hecho lo son.
Ya ni recuerdo bien cuando empezamos a hablar del proyecto por impulso suyo. La idea era hacer una revista – fanzine de muy muuuuuy libre expresión.
Nosotros dos, más nuestro compañero “El Luí” y Marcelo, un ex compañero de Charly en la carrera de comunicación social. Equipo hecho, manos a la obra. En octubre de 2004 la Kaótica pogueaba en las calles.
Resultado: Revista de distribución gratuita, de diseño muuuuuy precario donde primaba el recortar y pegar (como buen zine), que realmente era un kaos de ideas, escupitajos y perspectivas con una alta dosis de rock local. Donde textos viajados, textos barderos y de humor convivían con entrevistas, coberturas y letras de bandas del rock local.

Entre idas y vueltas, limitaciones con la plata, con los tiempos –nuestros y de las bandas que eran una pata fundamental de cada número-, sacamos 21 números con una tirada de alrededor 150 copias mensuales.
En abril del 2007, salió el último número. Por esas cosas de la vida, los procesos de cada uno, las presiones externas que aunque uno no quiera afectan…la Kaótica puso freno dejando la idea de un posible número especial de despedida, que finalmente no se dio.
Los otros dos chicos del proyecto ya estaban inmersos en otras responsabilidades y nosotros optamos por llevar adelante los proyectos que cada uno iba ideando individualmente.
Con el dolor y el vacío que dejaba esta primer criaturita tan querida y defendida, dimos vuelta la página sin saber que sólo cerrábamos la primer etapa de una historia interminable…para los dos.
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